miércoles, 17 de mayo de 2023

45. ELS SANTS DE LA PEDRA Y LA HISTORIA DE FRANCISCO VALLS (LA VALL D’UIXÓ)

 

Capilla de los Santos de la Piedra

“Nos encontramos ante un peiró o capilla levantada en una pilastra de piedras bajo la advocación de San Abdón y San Senén, santos cuyo martirio se encuentra representado en unos azulejos de factura popular y protegidos por una hornacina. Junto a ellos encontramos unos baldosines conmemorativos del suceso acaecido en 1938, no en 1937 como por error reza el azulejo, en el cual se perdió el niño Francisco Valls Abad, vecino de la Vall.

Los santos Abdón y Senén, mártires de origen persa fallecidos en Roma hacia el 250 de nuestra Era, han sido tradicionalmente considerados como los abogados contra el pedrisco, de ahí su apelativo de Sants de la Pedra. El peiró fue construido probablemente en el siglo XIX, en lo alto de Penyalva hacia el norte de la población por los vecinos de la Vall con objeto de librarse de las tormentas de pedrisco que por norma general se forman en esa dirección hacia el interior de la sierra, y que con frecuencia en su camino hacia el mar arrasaban las cosechas produciendo graves perjuicios a un pueblo que vivía exclusivamente de la agricultura.

Azulejo con los Santos de la Piedra

Pero el verdadero hecho, llamémosle anecdótico, que causa curiosidad a todo visitante del lugar, es la mencionada aventura corrida por Francisco Valls, más conocido en la población como Paco el Anouero, quien a la tierna edad de dos años y medio anduvo perdido por estos montes en plena Guerra Civil, siendo hallado con vida después de vagar por el lugar durante dos días con sus noches. Por aquella época el ejército franquista se encontraba a las puertas de Castellón y las incursiones aéreas sobre la retaguardia republicana se hacían cada vez más frecuentes.

El 31 de mayo de 1938 a las 9 horas, Vall de Uxó recibía el primer bombardeo de la aviación nacionalista causando siete muertos y numerosos heridos. El 4 de junio a las 7,30 se repetía el segundo, provocando numerosas destrucciones, también con muertos y heridos. La gente, nerviosa y asustada, huía fuera de la población, refugiándose bajo los algarrobos, en las cuevas o en las alquerías del término. Al día siguiente la familia de Paco hizo lo propio y decidió marchar hacia la zona de Penyalva con lo indispensable para pasar unos días: un poco de comida, el mulo y unas mantas. En un punto del camino los abuelos decidieron separarse del grupo, llevándose consigo al pequeño y quedando su madre al cuidado de su otro hijo, de unos pocos días de edad, con el resto de los parientes (el padre - Francisco Valls Serrano - se encontraba movilizado en el frente).

La montaña de Penyalva con los Santos de la Piedra en el vértice de la izquierda

Llegados los abuelos al Pla de Cipote, en las inmediaciones dels Sants de la Pedra, Paco se puso a jugar con otros niños de diversas familias que se encontraban en la misma situación. En aquel momento el ruido de los motores de la aviación que se acercaba sembró la confusión entre todos los que allí se encontraban, huyendo despavoridos en desbandada. Unos instantes después, cuando volvió la tranquilidad y se reunieron los diversos grupos familiares, los abuelos se percataron de que el niño había desaparecido. Comenzó entonces la precipitada búsqueda por las inmediaciones sin que ésta diera ningún fruto. Los abuelos consideraron prudente no comunicar la terrible pérdida a su madre y, desesperados, continuaron buscando al pequeño por la zona, pero transcurrido todo un día sin obtener resultado alguno, y sólo entonces, decidieron informar del dramático suceso al resto de la familia. En este punto, todos volvieron con rapidez hacia la Vall para organizar desde allí, con la ayuda de algunos voluntarios, la urgente búsqueda por el término.

El Coll de Aigualit

Mientras esto pasaba, los refugiados de un grupo de casitas ubicadas en el Coll de Aigualit, ajenos hasta entonces a este suceso, habían estado escuchando lamentos de un niño durante la noche, pero estos no le dieron más importancia, pensando que los llantos provendrían de alguno de los grupos instalados precariamente por la zona. De esta forma transcurrió el segundo día, y el pequeño Paco continuaba perdido por las montañas sin comida ni bebida. “No obstante, durante la segunda noche, los gemidos volvieron a producirse; el niño repetía sin parar “¡agüelita, agüelita!”, de manera que con las primeras luces del día 7 de junio, una reducida cuadrilla de personas partieron desde aquellas alquerías cercanas para comprobar desde donde salían los llantos. La expedición, guiada por los incesantes quejidos, no tardó mucho en hallar al pequeño, quien fue encontrado en un lamentable estado, prácticamente desnudo y cubierto de magulladuras con sangre reseca, pero con vida.

Una vez a salvo en las casitas del collado, fue vestido y alimentado con unas sopas que evidentemente devoró para, a continuación, quedarse dormido, rendido por el agotamiento. Prontamente fue reconocido por otro niño (Enrique Diago): “¡eixe es Paquito, el de la bicicleta!”. De inmediato se dio aviso a la familia y, cuando en brazos de su abuelo, una vez ya en el pueblo, se reunieron todos de nuevo, una exclamación generalizada surgió de entre sus parientes: “¡l’agüelo s’enganyat, eixe xiquet no es el nostre!”. Era tal el estado de Paquito que ni su propia familia lo reconocía. Pero pasados los primeros instantes de desconcierto, la impresión se tornó pronto en un espectáculo emocionante y conmovedor que el lector puede imaginar.

Azulejo conmemorativo del evento

Una vez transcurridos los trágicos episodios de la guerra, la familia encargó en la población de Onda la fabricación de unos azulejos con la imagen del pequeño Paco portando su famoso triciclo, copiada de una fotografía posterior a estos sucesos. Pedidos los permisos correspondientes a las autoridades, estas consintieron en colocar los baldosines en el hito dels Sants de la Pedra. Allí, como acción de gracias, se celebró una misa, haciendo acto de presencia además de toda la familia, amigos, curiosos y, como no podía ser de otra manera en nuestra tierra ante un acontecimiento con final feliz, una representación de músicos que pusieron la nota festiva al acto conmemorativo”. (todos los párrafos Fuertes, 2004, pag. 131 – 133)

Ruinas de la Caseta del Matalaper

Vicenta Abad Orenga de 28 años vivía en la Calle Médico Badal. Su marido Francisco Valls Serrano “Paco l’Anouero” se encontraba movilizado en el frente. Vicenteta tenía un hijo, Francisco Valls Abad (Paquito) nacido el 29 de octubre de 1935, de dos años y 7 meses, y acababa de dar a luz a su segundo hijo, Manuel, el día 31 de mayo de 1938. El día 5 de junio Vicenteta y sus hermanas, Rosario y Carmen, se dirigieron a la Caseta del Catxapo. Llegaron sus suegros (los abuelos paternos de Paquito), quienes iban hacia la Caseta de Antonio “el Esquilador” o la Caseta del Matalaper. Paquito insistió en acompañar a sus abuelos y llegaron al Pla de Cipote. Paquito reconoció a dos niños mayores que él, Antonio y Magín, que eran vecinos suyos de la Calle Médico Badal. Se pusieron a jugar y bajaron a un escondite que tenían en un bancal. Antonio era hijo de Magín el Matalaper.

Vista de la Vall d'Uixó desde los Santos de la Piedra

Los bombardeos documentados sobre La Vall d’Uixó fueron los días 31 de mayo con siete víctimas mortales, 4 de junio con dos víctimas y 6 de junio con cinco víctimas. En total 14 víctimas mortales. Los aviones eran Dornier 17 del grupo A-88 de la Legión Cóndor alemana y descargaron en total unas 50 bombas de 250 kg. Es posible que algún avión hiciera una pasada el 5 de junio, causando la desbandada de los amiguitos y la desorientación del niño. Después de la pasada del avión, Paquito se dirigió hacia el oeste, por debajo de los Cingles de Tido y de la Penya Martinez, llegando al Barranco de Aigualit. En el Collado de Aigualit había tres casetas en aquella época: la de Rosca, Sabata y Parisido. Algunos de los propietarios, el Tio Talamantes y el Tio Sabata, escucharon los gritos del niño y lo encontraron al tercer día (7 de junio). Lo llevaron a la caseta de Rosca. El niño estaba en un lamentable estado, prácticamente desnudo y cubierto de magulladuras con sangre reseca. Una vez a salvo, fue vestido y alimentado con unas sopas. Prontamente fue reconocido por el niño Enrique Diago: “¡Ixe es Paquito, el de la bicicleta!

Paquito "el de la bicicleta"
Llegaron a la conclusión que Paquito era nieto del Tío Sento el Tolo (padre de Vicenteta y abuelo materno de Paquito), quien estaba refugiado en el Coll de Aigualit, por la vertiente de Alfondeguilla y lo avisaron. El tío Tolo llegó, cogió a Paquito y se lo llevó donde estaba su madre. Como iba con su otro abuelo y vestido con otras ropas, su madre no lo reconoció al principio. “¡l’agüelo s’enganyat, eixe xiquet no es el nostre!”. Después de la Guerra, la familia encargó en Onda la fabricación de 2 azulejos con la imagen del pequeño Paco y su triciclo, copiada de una fotografía posterior, para colocarlos en el hito dels Sants de la Pedra. Allí se celebró una misa, haciendo acto de presencia además de toda la familia, amigos, curiosos y la banda de música. Era el día de la boda de Amado Segarra Portalés y Rosario Segarra Arzo (la Suria), el 2 de junio de 1952. Paquito tenía 16 años.

Refugio de la Guerra Civil en Quart de les Valls

Finalmente, tras el empuje de las tropas nacionales hacia Vall de Uxó en junio de 1938, la familia de Paquito fue evacuada a Quart de les Valls, tal como él mismo relató durante la entrevista. Efectivamente, Quart de les Valls fue un pueblo receptor de refugiados y evacuados al estar situado en una zona considerada no estratégica. Según relata, su abuelo conocía a Bautista Pérez Chordá y fueron a vivir a su casa, sita en la Calle Valencia 18 de Quart de les Valls. Al acabar la guerra, Bautista Pérez Chordá fue el primer alcalde del régimen franquista. En Quart de les Valls, Paquito solía esconderse en un refugio cuando sonaban las alarmas debido a algún ataque aéreo. Era el refugio privado de la Calle Valencia 18 propiedad de la familia Pérez Llueca con capacidad para 25 personas y 3 bocas de acceso. Consistía en una sala pequeña con acceso directo por una escalera. En Quart de les Valls se ha recuperado uno de los varios refugios que hubo en la localidad. Fue construido entre finales del año 1936 y principios de 1937 con el objetivo de defender a la población de los bombardeos franquistas. Tiene una tipología llamada “de mina” y una superficie de 50,52 m2. Contaba con 4 bocas de entrada, 2 públicas y 2 privadas.

BIBLIOGRAFÍA

Entrevista personal con Francisco Valls Abad.
FONT, Josep (2019), Els camins de l’aigua a la Vall d’Uixó. Centre d’Estudis Vallers.
FUERTES, Juan (2004), El Término Municipal de Vall de Uxó – El patrimonio rural no catalogado, Associació Arqueològica de La Vall d’Uixó.
GARCÉS, Vicent (2020), Una Carpeta de Cartró Blau, Trencatimons Editors.
MARTÍ, Joaquín (2017), Montañas de Vall de Uxó 167 picos con nombre y apellidos, Edición de Autor.
NAVARRO, Nel.lo (2011), Francisco Valls Abad, el xiquet que es va perdre als Sants de la Pedra, La Rodalia el periòdic de la Plana Baixa, 28 de març de 2011.
SEVILLÀ, José y BOSÓ, Estel (2018), Refugiats de la Plana Baixa a Quart de les Valls, Revista Orleyl Número 15 Any 2018, Associació Arqueològica de la Vall d’Uixó.

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